
La noche se impregno de magia con el aroma de tu olor, tu piel de mujer, cubierta solo por el Anais Anais frances, fué presa de mi pasión y querer.
No solo la luna presencio nuestra íntima desnudez, también las estrellas decendieron alrededor de nuestros cuerpos bañados en erotismo, y junto a la luz de la luna, no fué necesaria mas iluminación, para concluir en nuestro deslumbrante escenario, una común y romántica escena de pasión y amor, bajo las simples leyes de nuestra sagrada y libre unión ante los ojos del creador.
Por: José García
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